Porque quiero ser revolucionaria de mi propia vida...

martes, 31 de diciembre de 2013

Proposiciones indecentes para ocasiones no especiales*

Mi madre siempre recuerda cómo cada año, en este día y tras comer las uvas, mi abuela siempre se emocionaba muchísimo y lloraba con tristeza de despedir el año, después de que todo hubiese ido bien. Dice que le daba miedo la incertidumbre de lo que el nuevo año trajese con él.
A mí, que voy siempre sobrada de nostalgia, me pasa algo parecido. Siempre me levanto un poco triste y enfadada con el mundo en este día, porque lo de hacer balance me agita un poco por dentro y luego, lo bueno y lo menos bueno que el año ha traído, me tiene aturdida todo el día.
Pero lo cierto es que siempre me paro a pensar en qué puede pasar en los meses que vendrán y siempre, siempre, pienso lo mismo; sólo me basta con que la gente que quiero no sufra y sea feliz. Supongo que no pido nada diferente al resto, pero al final eso es lo que acaba por unirnos a las personas, finalmente el egoísmo se escapa por unos instantes y llegamos a la unanimidad de querer lo mejor para los nuestros.
A nivel personal hago balance sobre este año y siento que el tiempo ha volado tanto, que no recuerdo cómo empezó todo ni cómo está acabando. Casi me atrevería a situarme en un punto fijo y respirar con los ojos cerrados, mientras todo ha sucedido a cámara excesivamente rápida.
Pero si por algo podría caracterizarse este año, diría que ha sido en el que yo también volé. Quizás a tiempos diferentes que el tiempo, pero lo hice y hago especialmente hincapié en ello. Y lo plasmo siempre en mis escritos, en mis palabras, en mis actitudes, en mi día a día, porque ha sido una de las sensaciones que llevaba esperando toda mi vida. Algo importante. Algún día me gustaría contarle a alguien el verdadero significado de todo esto, aunque sé que quién me conoce bien puede saber de lo que hablo.
Este año me he propuesto hacerme proposiciones indecentes para ocasiones no especiales; atreverme a escribir ese libro que me hace feliz y vivirlo. Simplificar más las cosas, no tener miedo. Seguir guardando la esencia de lo imposible para emborracharme de ella y llegar a hacerlo posible. Quiero desperezarme de todo y luchar por lo que creo que merece la pena, sin que nadie me desanime.
Hacer feliz a las personas que quiero.
En definitiva, espero armarme de valor para vivirlo como se merece. Y que él me viva llena de vida...
Y a vosotr@s os animo a vivirlo con ganas, contra viento y marea. Por muy desfavorable que sea el viento, siempre encontramos como salir a flote y disfrutar.
¡¡Feliz "cada día" de todos vuestros días, haced lo que os venga en gana, que la vida es demasiado corta!!

Myway*


martes, 19 de noviembre de 2013

Egoinviernos.



Últimamente me echo de menos.
Me echo de menos soñando y bailando en la ducha. Me echo de menos confiando y mirando a ningún lado sin tener esta sensación de oleaje en los ojos.
A veces incluso pienso en escribirme cartas a mi misma y enviarlas a la luna para buscar la perspectiva de comprenderme, o para ver si me encuentro al otro lado, ese que nadie ve, dónde nadie me ve.

Estoy perdida como esas partículas en el espacio de las que nadie tiene consciencia. Soy inconsciente de mi, y de todo, estoy desencantada y me cuesta creer. Estoy enferma de esta sociedad, y no sé cuánto va a durar...
Me doy la impresión de que sueno como esa parte de la canción que recorre y va, paulatinamente, erizando cada sensación con las que están familiarizadas todas esas cosas que queremos y anhelamos al mismo tiempo. Y no me gusto, pero no me reprimo, porque en torno a todo esto gira un aprendizaje que me hará grande.
Me doy rabia y reacciono a veces. Cuando todas las voces de mi alrededor pasan a ser un murmullo más, como una farola hirviendo en mitad de una noche a menos dos grados y cuarenta y cinco en mi corazón. Y entonces, erguida en mis pensamientos fuertes y tapiando dolores de sentir, me transformo en una puerta de hierro que no flaquea, con posibilidad de colgar macetas de colores cuando el viento amaine y parezca que asoma de nuevo la primavera.
Echo de menos no tener que leerme en un braille cosido, que traza mi costado y nadie entiende, que me encoge cuando el invierno se come las tardes y deja las ventanas vacías para llenar las casas de lámparas que agrandan nuestra sombra y menguan las ganas...
Pero al echarme de menos me doy cuenta de que me quiero cerca y pronto volveré, sólo tengo que crecer de estas pequeñas tristezas y aprender de la luz, que es el mejor engranaje para hacer bailar a una sonrisa. Sólo tengo que viajarme hasta lo desconocido y ver hasta dónde soy capaz de construir y romperme el hielo, que siempre es lo más difícil...

Escondidaponiendoseguapa*

.


domingo, 10 de noviembre de 2013

Sorpresa*

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡SORPRESA!!!!!!!!!!


Vale. Ya sé que no es tu cumpleaños, ni tu santo, ni ningún tipo de aniversario a celebrar.
Que es un día cualquiera...pero me apetecía decírtelo bien fuerte...

¡¡¡GRACIAS!!!

Quiero agradecerte todas esas cosas especiales que, sin darte cuenta, vas haciendo como si fueses un hada madrina contemporánea de gafas chic y labios rojos, de ojos ahumados y mirada brillante, capaz de creer... y destinada a recobrar la capacidad de creer en l@s demás.
Por hacer que los Lunes tengan sonrisa propia y, como si de una canción se tratase, tararear un estribillo de luz y positivismo capaz de combatir el desánimo y las tristezas.
Por soñar y ponerme los pies en la tierra al mismo tiempo.
Por poner ilusión en todo lo que haces y no encontrar nubes, ni contratiempos de hielo.
Por darme ganas de vivir otras tres vidas y aún así, sentir que no sería suficiente para devolverte todo lo que haces por mi.
Por quererme siempre.
Por quererme cuando más difícil soy.
Por pasear conmigo y comer chucherías al mismo tiempo, en verano y en invierno.
Por escuchar el revoloteo de todos los pájaros con los que convivo y, aún así, animarme a volar con ellos.
Por hacerme reír.
Por hacerme feliz.
Por tus chistes malos y tus bromas sin sentido.
Por ser especial cada día y pintarte los miedos de colores.
Por compartir todo lo que eres y dejarme tu tiempo como una pieza de puzzle donde encajan esas cosas que hacen que la vida merezca la pena.
Por dejarme un hueco en tu vida.
Por ser tan importante para mi.
Por no dejar que el tiempo nos desgaste, pero si dejarnos aprender de él.
Por ser real y auténtica.
Por aprender contigo y aprender juntas.
Por echarme de menos cuando estuve lejos.
Por ponerte a conjunto las alegrías con las ilusiones.
Por las tristezas pasadas de moda y por las que son tendencia sólo en tardes de lluvia, que tan pronto se van con el olor a café.
Por las confidencias.
Por tener siempre palabras de ánimo con las que abrazar.
Por compartir debilidades que suenan, que endulzan, que sueñan, que vuelan y que emborrachan.
Porque no se puede ser tan genial y no darte cuenta cada mañana.
Por todos estos años y los que nos quedan.
Por estar en mi vida y disfrutar de ello cada día.

Por hacerme ver que aunque ésta sea la manera más adolescente de decírtelo, siempre encontramos hueco en dónde los hechos hablan y dejan huella.Porque, además,todo esto ya lo sabes. Y yo también. Ya te lo he dicho, ya te lo he hecho ver, ya te lo he enseñado, ya lo hemos escrito en silencios, palabras y momentos. Pero quisiera repetírtelo cada día y porque aquí, en mi lugar especial, en mi universo, más de una vez has podido verte reflejada entre palabras, pero nunca tan identificada...pues esto y mucho más es lo que eres para mi....
Un gracias en gerundio, el principio de una canción!!!

:)



miércoles, 23 de octubre de 2013

No dejo de no olvidar.





Lo tengo en mi corazón.
Tengo aquel lugar clavado como si fuese una espina de miel, atragantada y estática, en lo más hondo de mi. Haciéndome un daño dulce, abasteciendome de una felicidad caduca.
Ahora me lamento de no haber retado al reloj, de no haberlo atrapado con mi mirada más salvaje y haberlo hecho morir dentro de mi para que yo pudiese vivirlo todo, no con más intensidad, si no con más mesura y sabor; quitandole importancia a las pequeñas tristezas, volando aún más alto cuando mi estela era infinita mientras paseaba por todos aquellos nuevos y bellos lugares que me dejaban escuálida de miedos y loca de ganas de colonizar con mis pies descalzos y mi alma desnuda.
Nadie lo sabe, pero yo sólo necesito un paseo más por aquel "paseo" frente al mar. Aquel paseo del que fue mi pueblo, de mi Xylokastro bonito y pequeño, aquel al que era capaz de abarcar con un abrazo y del que tantas personas vinieron a mi como un regalo, casi sin caber todas al mismo tiempo dentro aquel breve periodo.
Yo no quiero más que un paseo, como tampoco quiero menospreciar lo que tengo ahora, mi vuelta al lugar del que crecí como un álamo más dónde vive el resto, en mi lugar favorito de Lorca.
Aquel paseo frente al mar fue mi vida durante seis meses. Seis, que en mi calendario personal, pudieron ser una medida de tiempo que ahora no existe, algo así como los años nuestros, pero dónde las fases de la luna no tenían que esperar veintiocho días para ser una en concreto. En mi tiempo allí, la luna era mil veces diferente, al menos cuatro veces al día.
Fueron muchas distancias las que recorrí al borde de la orilla que guardaba lejos pero dentro, los atardeceres más bonitos que he visto hasta hoy. Fueron distancias de alegría, de miedos, de reflexión, de añoranza, de conversaciones, de soledades, de soledades compartidas, de música, de crecer, de vértigo y chapuzones tímidos cuando el agua estaba helada y los pies añoraban la sal.
Nadie sabe lo que yo viví realmente porque, aunque lo haya intentado explicar mil veces, los sentimientos no los logro filtrar a través de las palabras o expresiones, si no que se quedan a vivir, escondidos tras la historia, en el brillo de mis ojos.
Esta noche sólo quisiera decir que mataría por volver a dar un paseo allí. Reflejarme de nuevo en aquel oleaje si sopla el viento o quedarme a vivir en su calma si el mar hoy duerme tranquilo. Sólo quiero verme allí y saber que lo que viví continua flotando en aquel lugar, que es su lugar, dónde vive eternamente un gran trozo de mi.
Y matar de golpe la nostalgia, a través de la persona que un día encuentre mi caracola; la que alberga y sala los recuerdos. Que escuche mi abrazo y me devuelva la esencia que allí dejé, en un mensaje dentro de una botella...

nuncaesprimavera*



domingo, 22 de septiembre de 2013

Nada de palabras.


Voy a pintarte lunares en la espalda y estrellarme en cada una de tus constelaciones, morirme de risa en tu sonrisa y verte, a escondidas, de lejos.
Voy a ir pintandole amaneceres al mundo cada treinta segundos, que se te reflejen así los rayos en las pupilas y se desborden tus miradas de soles para cuando parezca que a todo le sobran las noches.
Voy a morir de ganas, aunque tú no lo sepas, para que cada vez que me mires, me veas guapa; guapa como cuando no sabes dónde acaba mi piel y empiezan las sábanas.
Voy a tatuarme infinitos a medias en la sonrisa, para que cada vez que quieras, tengas el mar en mi boca y me arrastre siempre el oleaje de la impaciencia.
Y si quieres, voy a decirte que soy capaz de todo lo que no puede escribirse, de las cosas que aún no existen, porque soy capaz de crear acariciando pensamientos.
Pero no diré más nada, lo mío no son las palabras

domingo, 15 de septiembre de 2013

Nostalgia.




Nostalgia.
Un día voy a morir de nostalgia y no podré hacer nada por evitarlo.
Se me abrirá solo el pecho, y saldrán de él todos esos sentimientos que hacen que vuelque lo más profundo de mi en cada día; como si fuese tan fácil no derramarse de lo que somos ante la gravedad de cualquier instante de piel vulnerable
Y seré como esa materia prima que aún está sin mezclar, o sin modificar.
Seré un derroche de vida y sentimiento, sin miedo. Sin miedo a flaquear o a parecer débil.
Volarán de mi los atardeceres, los que vi y los que no, saldrán canciones de mis órganos, se derramará un líquido de sueños y esperanzas y se evaporará esteril lo que nadie sabe, tan sólo las mariposas que revolotean en mi estómago cuando, dentro, se cuecen a fuego lento los sentimientos.
Y entonces cada una de las personas que me encuentre tumbada en el suelo; asesinada por el puñal de la nostalgia, comenzará a ser consciente de que nunca antes se detuvo a olerme los pensamientos, a mirarme fijamente a los sueños, a cogerme de la mano y palpar el mapa de mis experiencias, a abrazar a mi olvido o arder con la pasión de los fogones que crecen en mi infierno...y será entonces cuando me den por perdida, pero tal vez, nadie sabrá que si morí de nostalgia, es porque viví de intensidades.



viernes, 6 de septiembre de 2013

Crítica que, finalmente, me critica.


Malgastamos las palabras, olvidamos los primeros planos oxigenados por alientos de verdad, subestimamos la valentía desarrollándola tras una pantalla, cambiamos abrazos por iconos y nervios previos, quizás a un beso, por el sonido de alguna notificación veraz que al alma le contraproduce mentiras.
Alimentamos sentimientos de irrealidad, nos exponemos a todo y a nada tras la superficialidad de lo que enseñamos casi como si estuviésemos también nosotr@s mism@s en venta.
Empiezo a sentir pánico de lo que estamos creando y dónde yo misma he entrado con la misma vulnerabilidad que el resto pero con una conciencia que hasta el momento había considerado auténtica.


miércoles, 31 de julio de 2013

Un año más...Agosto*


Asoma Agosto, lo veo por el rabillo del ojo.
Puedo oler a sierra, sentir el sol del mediodía atrapado entre calles estrechas, el olor del café instalado en toda la casa, que permanece para mi, con unas horas de retraso, y el tomate rallado esperándome en un plato, mientras el resto de la casa está en marcha, prácticamente, desde que se escuchan de fondo las voces de las señoras que, a primera hora de la mañana van a comprar el pan.
La casa llena de gente, la intimidad; de vacaciones hasta Septiembre, las puertas abiertas, salir en pijama a la calle, la fuga de una hora fija para la comida, l@s prim@s, l@s ti@s, l@s parientes lejanos, las más puras tradiciones familiares instaladas en ese pueblo que me parece eterno.
Las risas a las horas de comer, los postres en sobremesas interminables, las siestas tapadas con una mantita fina, la brisa de la montaña, el agua de la piscina petrificada, las noches que parecen no tener fin.
Las amistades que crecen y se estiran, aunque sólo tengan refuerzo un par de veces al año, desempolvar la bici y pedalear el tiempo hacia atrás, cuando tenía diez y coger moras era apasionante.
Las excursiones, los paseos, reconocer a todo el mundo y que todo el mundo te reconozca.
Las fiestas del pueblo, las borracheras, la noche de la lluvia de estrellas, que llegue el frío y se active la nostalgia de que el verano está llegando a su fin.
Lo inolvidable de cada año.
Y es que, repetir esto desde aquel verano en el que aún estaba en la barriga de mamá es, por qué no decirlo, una de las grandes fortunas de mi vida. Que sí, que adoro el mar y siempre he querido veranear en algún pueblito de mar...pero a mi éste, el pueblo dónde bajo una sierra inmensa se esconden las raíces de mi familia, dónde he crecido, dónde me enamoré por primera vez, dónde sigo jugando hasta el día de hoy, dónde inevitablemente el disfrute es un plato que se come a todas horas, dónde mejor se come, dónde me dejo un par de lágrimas cada año para cerrar el verano, éste pueblo...


es una montaña de felicidad en dónde planté el árbol de mi vida....para siempre!

Bonitoremember:)

Crónicadehacedosveranos

viernes, 26 de julio de 2013

Paseandole al tiempo.


Recuerdo estar viviendo entre recitales de poesía.
Ir zanjando mis pasos del color de cada sueño y despertarme con cada realidad afilada al mismo tiempo. Supe llevar ambas cosas, como una balanza volcada de una brújula a la que solamente le soplaba el viento de la vida, tan diferente y en ocasiones tan igual.
Me cegué de sonrisas que fui cultivando en cada esquina, porque siempre encontré un motivo, por recóndito que estuviese, para echarle una carcajada de cariño a la vida. También me afligí como nadie por noches en las que la luna latía más pequeña y me parecía tiritar a oscuras el mundo.


Lo cierto es que llegué a coleccionar las espinas de todos los peces que me parecían morir en mi mar cada vez que desataba un oleaje y los sentimientos no me llevaban a buen puerto.
Me equivoqué como nadie y cada error es hoy una escalera erguida que levanta fuerte mi columna vertebral.
Fui sembrando un tiempo amarillo dónde a la esperanza la regaba el sol y al mismo tiempo me llovían miedos  de hierro, pero así es como era mi tiempo.
Y fui creciendo hasta hoy, cuando parece que la vida no acaba, si no que a pesar de lo fácil y lo complicado, de lo aprendido y desaprendido, del tiempo dulce y del amargo, tengo unas ganas locas de ver qué pasará mañana, qué inventaré para hacerlo más bonito o que querré olvidar para que duela menos...

***

sábado, 6 de julio de 2013

Un año de felicidad*


Querido Antonio:
Hoy cumples tu primer año de vida, exactamente son 365 días los que estás en este mundo y, lo más importante, dentro de nuestra familia.
Llegaste en la madrugada de un calurosísimo seis de Julio, unas horas después de que tu mamá y yo llegásemos a casa tras un día de piscina juntas, recuerdo mirar la enorme silueta que marcabas dentro de la barriga de tu mamá y cómo vívimos juntos tu último mes dentro de esa barriguita; estuve cada día contigo hasta el día en que decidiste salir de allí y, cada movimiento que hacías, lo admiraba con muchísima ilusión.

Así que decidiste llegar unos días antes de lo previsto, alrededor de las dos de la madrugada, ¡tuvimos que salir corriendo tu mamá, tu papá y yo!
Miles de nervios y una sensación de impaciencia se reunieron para que el momento diese lugar a una orgía de sentimientos inexplicables, no puedes hacerte una idea del revuelo que formaste en un sólo instante.
En el hospital, mientras mamá y papá esperaban a que llegases, yo pasé la noche esperándote en la sala de espera, cerquita de ti, dónde el aire acondicionado era terroríficamente gélido y los asientos como parte de un equipo de tortura, pero aún con esto, era capaz de experimentar la dulzura del momento y, he de confesarte, que gran parte del tiempo la pasé durmiendo porque como buena  marmota era lo menos que podía hacer. Much@s coinciden en que en eso y en las pestañas, es en lo que te pareces a mí. Parecerá una tontería pero a mi me hace ilusión que tengas algo mío, aunque se trate de esas pequeñas cosas.
Lo mejor de todo es que tienes un millón de cosas preciosas en ti que son tuyas, propias...
Y, por fin, ¡¡llegaste!!!
Para esa hora, una de tus abuelas y yo ya estábamos juntas y más tarde llegaría el resto de familia; ¡menuda capacidad de convocatoria la tuya! ¡Todo el mundo estaba ansioso por conocerte!
Te recuerdo perfectamente, y no sé si es porque eres tan nuestro, pero a mi me pareciste el bebé más bonito que había visto nunca, tan gordito, con la cara tan redondita, con esos mofletes tan lindos... Y a partir de ese momento, fuiste lo más especial que hemos tenido nunca.
La cara de tus papás era algo grande, rebosaban de alegría y emoción y es que...es un amor tan diferente a todos los demás, es un quedarnos a vivir en cada una de tus sonrisas, un entregarnos a tus carcajadas. Definitivamente trajiste la alegría debajo del brazo y a lo largo de todo este año hemos estado experimentándola y viéndola crecer a la vez que tú lo has hecho...demasiado rápido.
Por todo esto y por lo que nos queda, gracias por regalarnos un año inolvidable, te deseo la mayor felicidad del mundo.
Yo, estaré a tu lado y te querré siempre, mi gordito.

martes, 18 de junio de 2013

Una historia*

Hace unos días, de casualidad, escuché a mi madre decir algo sobre "el verano del 72". Estábamos en casa, ella hablaba con otra persona, y lo único que me llegó de esa conversación fue ese pequeño retazo. Mientras yo continuaba haciendo mis cosas, mi mente voló hasta ese verano que, curiosamente no viví, pero que empecé a coser con los pequeños retales que tenía guardados de las historias que tanto me ha gustado siempre escuchar sobre aquella época.
En "el verano del 72" mi madre iba camino a cumplir la veintena de otoños, casi a finales de Septiembre, exactamente tres días antes. Ella era la más guapa del pueblo, o eso he escuchado siempre decir a diferentes personas, en conversaciones distinitas, incluso de aquellas que no conozco. Como cuando el pasado verano, en el pueblo, me encontraba en la puerta de la casa de mis abuelos cuando se acercó a mi una señora mayor que, interrumpiendo su paseo y aún sin conocerme, me sentenció: -tú tienes que ser una de sus hijas, porque te pareces muchísimo, pero ella aún era mucho más guapa, era la guapa del pueblo-.
El del 72 sería alrededor del tercer o el cuarto verano que ya compartía con mi padre, para mí y sin lugar a dudas, el hombre más guapo de la tierra y el único capaz de guardar en su piel todos los atardeceres del mundo. Incluso los que están sucediendo en este mismo momento. Su piel era muy morena como sus ojos, casi negros, esos que supieron ir más allá y colarse dentro de quién era mi madre, para no abandonarla nunca.
Se conocieron cuando ella rondaba los dieciséis y él los diecinueve. En plena juventud y cuándo todo estaba marcado por unos límites que se convertían en fronteras inquebrantables, entonces vinieron a enamorarse, sin límite de caducidad.
Fueron importantes las dificultades a las que tuvieron que enfrentarse porque en aquellos años, camino a la Transición, la libertad de elección en cualquiera de sus matices, grandes o pequeños, era todavía algo lejano y prácticamente utópico.
Aunque fue una época difícil, para mi tiene una parte idílica, romántica. Soy totalmente consciente de que no es justo, ni tampoco del todo real esta opinión mía, pero si bien es cierto que en lo que al amor se refiere, esas pequeñas dificultades, lo hacían muy bonito y fuerte a la vez.
Mis padres finalmente se casaron y se amaron muchísimo y aunque suene a tópico, en este caso es totalmente cierto. A mi me gusta especialmente esta historia, supongo como a todos los hijos e hijas de cada familia les gusta la de sus padres, pero en mi caso y al no ser espectadora directa de este amor tan lindo, sólo durante un tiempo efímero, quería, de algún modo, rendirle un homenaje a esta historia, o a esta pequeña parte de la historia.
Sé que, quizás, no es la historia más especial o diferente que se pueda contar, pero para mi es la más especial del mundo y he sido tantas veces oyente, casi lectora y casi espectadora, que, de algún modo, merecía quedarse plasmada en algún lugar.
Ella era y es, bella y no sólo por fuera, sino mucho más por dentro. Generosa, humilde, trabajadora, dicharachera, luchadora, con carácter y enamoradísima del que fue y será el hombre de su vida.
Él era inteligente, paciente, amable, bondadoso y una de las mejores personas que estuvo aquí, enamoradísimo de la que fue la mujer de su vida.
Él se fue demasiado pronto, pero nunca demasiado tarde para dejarnos su huella a todas las personas que tuvimos la gran suerte de tenerlo en nuestra vida y las que siempre sentimos como camina a nuestro lado a pesar de todo.
Pero yo no quería hacer de ésta una historia triste, ésta es la historia más bonita que conozco. Ni libros, ni películas. De aquí, de este amor real, interrumpido hace ya casi veinte años, pero nunca terminado, de aquí queda mi madre que, dejó atrás el verano del 72, para entregarse a cada otoño, invierno, primavera y verano, dónde siempre lo tiene a él dentro de ella y le regala lo más bonito de cada estación, de cada día.
Y estamos nosotras, mi hermana y yo. Orgullosas y felices de que de esa historia, también naciésemos nosotras, de tener las mejores raíces del mundo que son nuestro padre y nuestra madre y todo lo que se quisieron y se quieren.
Porque aunque él no está, está siempre dentro de nosotras, las tres mujeres de su vida.





jueves, 30 de mayo de 2013

domingo, 19 de mayo de 2013

Pequeñas cosas*



He de confesarlo; soy una adicta a los pequeños detalles.
Me gusta juzgar a la gente en detalles, juzgarla teniendo como prueba pequeñas cosas que, a simple vista pueden pasar desapercibidas, pero que son como un pequeño diccionario de palabras que no existen, más que en algunas personas. Y sin darme cuenta, a mi me hacen cosquillas en los pies, me agradan fuertemente detrás de esa sensación placentera, una sensación de que algo me gusta, aún no sabiendo muy bien por qué...
No sabría explicarlo del todo, tendría que reordenar millones de detalles con los que me quedé de alguien, sin motivo aparente. He llegado a robar sonrisas, lunares, hoyuelos. Un olor especial, una palabra en un momento exacto, un color de uñas, una anécdota, una observación, una canción de repente, un mensaje detrás de unas manos, una mirada cruzada, un complemento diferente, una complicidad difícil, un rasgo de locura, un tartamudeo  inseguro, una dosis de viento soplando tras un determinado cabello, un rasgo de humildad, una idea inconformista, un comentario inteligente, una diferencia que me gusta, el color de unos ojos bajo el sol, una cara sin maquillar, la tristeza detrás de una sonrisa complaciente, una actitud de ilusión, una manera de mirar, una manera determinada de escribir, una historia de aventura, una sorpresa, un poco de romanticismo tras una apariencia inquebrantable, una confesión repentina, un beso inesperado, un rasgo de rebeldía tras una perfección pulcra y así podría contar hasta mil.
Me gusta verme observando sin querer, estar tras mi particular torre de visión, en la trinchera de exprimir a las personas; lo que a mi me gusta de ellas, lo que para mi es la belleza, mi propio concepto, mi propio sabor. Filtrar lo que a otros ojos puede ser banal y desmenuzarlo. Disfrutarlo como mi propio tesoro...

Aquítambiénhayalgoquemegusta*


martes, 23 de abril de 2013

Letras para oxigenar la mente.

Desde bien pequeñita quise ser, por orden cronológico, escritora, astronauta, bailarina, actriz, psicóloga, periodista y educadora social. En esto último es lo que finalmente me convertí, o al menos para lo que he estudiado y me he formado, aunque me atrevo a decir que daría lo que fuese por ser un poquito de todas esas cosas que fui deseando y que el tiempo no se ha llevado, como acostumbra a hacer con esas expectativas que acabamos desechando por ser no factibles.
De un tiempo a esta parte quiero ser más práctica, con menos pájaros en la cabeza, un poco peor persona y más ambiciosa. Estamos trabajando en ello, que dirían. No sé si lo lograré.
Lo que está claro es que siempre tuve una capacidad de soñar elevada. Me atrevería a reconocer que a veces siento que no existo entre la multitud porque siempre ando imaginando, pensando, creando historias y situaciones que no son reales. De ahí, quizás, mi despiste y por qué no, introversión en algunos casos.
Así que los libros para mi fueron un paraíso de sueños, ese atrezzo que vestía mi imaginación y me llevaba volando a los infinitos de otras mentes. Fueron mi soporte con el tiempo, unas veces más presentes, otras menos, pero siempre he ido aferrándome a alguno en mi camino, siempre tomé mis sueños y comprobé que existían personas que también soñaban en letras e imaginaban en historias que nos emocionaban a otras miles.
*Imagen extraída de la red.
Me gustó pensar el porqué de las historias que iba leyendo, qué les había llevado a las personas que lo escribieron a hacerlo, qué había sucedido en sus vidas para acercarles a esos desenlaces, tan distintos en cada una de esas páginas que llegaban al final.
En definitiva, doy las gracias porque los libros nos oxigenen con su vida, con sus vidas. Porque hagan crecer las nuestras y porque sean esa coraza que tantas veces nos sirva para escondernos a soñar un rato, a disfrutar y a sentir el placer de volar a otra parte, con la música escrita en una partitura diferente.

¡Feliz día del libro, felices libros que marcan las páginas de
nuestros días!

viernes, 19 de abril de 2013

Cráteres*


Siempre fui de canciones. De eternizar momentos con personas que hoy figuran en mis postales del alma.
De no olvidar. De estar en un lugar y que me lleve hasta alguien. De perderme mirando el mar y saber que mi planeta no es la Tierra. De sacarte lo de adentro, de hacerte olvidar lo de afuera. De sumergirme hasta el fondo en pensamientos que, de tanto sentido en mi infinito, me vuelven una sinsentido en cada segundo real.

Tengo el corazón lleno de cráteres que hicieron explotar al calendario, hoy no sé en que día vivo sólo que puedes ver en mis ojos cada segundo vivido.Y si te canto al oído te llegarán, a trocitos, cada uno de mis verbos en pretérito imperfecto del verbo amar y, con un tiempo desafinado a la vida te empujaré a besar.




domingo, 31 de marzo de 2013

Volver y plantar allí una parte de mi para siempre.

Y casi sin darme cuenta...volví.
Tengo la sensación de no haber dejado de volar desde el minuto uno en el que comenzó mi viaje, en el que puse todo lo que soy a disposición de una aventura que, sin duda, me ha hecho vivir intensamente a lo largo de seis meses.
Lo cierto es que pienso que andaba algo perdida antes de irme y tenía esa misma sensación nada más llegar, ahora me he dado cuenta de que nunca estuve perdida de que, simplemente, a veces tengo esa actitud inconformista por el mundo que siempre necesita un poco más; tanto a la hora de dar, como a la hora de recibir y eso te hace sentir como una pieza perdida de un puzle que nunca tiene fin.
Me quedo con todo.
Tristezas y alegrías rondaron constantemente por el calendario mientras estuve allí, por eso he aprendido tantísimo, aunque mi balanza ahora sufre rotura por un peso pesado de alegrías con las que me quedo de la experiencia y las que convierten mi vida ahora en pura nostalgia continua.
Está claro que no soy la misma. Creo que soy un yo más intenso si cabe, con ciertas ideas muy claras e intentando sobrevivir tras una experiencia que, lejos de que mis palabras formen parte de un tópico, me ha cambiado la vida.
Ahora sólo quiero seguir creciendo y....volando, adicción tatuada dentro de mi para siempre.



Σ'αγαπο, Ελλάδα μου 

miércoles, 13 de febrero de 2013

Un libro con restos de arena y sal*



Llegó la recta final.
Aquí estoy, con la misma sensación que siento al acabar un libro que me gusta, con la misma nostalgia y la misma y pena, con ese sabor a miel que deja el apego. Echando la vista hacia atrás y viendo la cantidad de páginas que, en su conjunto dejé, aquellas que disfruté, en las que me regodeé y , al mismo tiempo me detengo a releer aquellas que marqué, que subrayé para recordar mi aprendizaje; los nuevos conceptos, así como también los antiguos que vuelven como esas olas que un día quedan cerca de la orilla a través de recuerdos de espuma blanca que absorbo y siento consumiéndome dentro de mi.
Si hay algo que tengo claro sobre esta experiencia, sobre este tiempo intenso, es que nunca podrá perderse en el olvido, que no caerá en el agujero negro de un tiempo que se pierde dentro de un universo paralelo y,  es que, no hubo ni un sólo día en el que no dejase de volar. Unas veces lo afronté con miedo y, por qué no decirlo, con dolor y otras he sido y estoy siendo tan feliz que siento que dentro de mi hay un rascacielos de posibilidades.
Ahora miro con una mezcla entre impaciencia y detenimiento las pocas páginas que quedan para llegar al fin de uno de, sin duda, mis libros favoritos. Lo veo tan cercano que intento ir con detenimiento aunque, he de reconocer que nunca se me dio bien frenar el ritmo de mis latidos, ni apaciguar mi ilusión.
Me quedo con todo. Porque todo ha hecho que seis meses se hayan convertido en una vida diferente, una vida valiente. Un tiempo pleno que me ha hecho aprender tantísimo y ver que el miedo sólo tapia fronteras y, cuando lo rompes, vuelas hasta ese infinito que somos las personas y, hoy más que nunca, puedo decir que querer es poder.
Así que aunque esta experiencia llegue a su fin físicamente, nunca acabará dentro de mi.
Y, tal y como dicen: "la partida no acaba hasta que acaba" por lo que espero con fuerza esas últimas páginas en blanco que andan esperando a que sea yo quien escriba la última palabra...

Volandoenelparaiso*

viernes, 1 de febrero de 2013

Un poco de humanidad para mover el mundo, por favor.


- "Tu problema es que eres demasiado buena."

Que harta estoy, no sé si pretenden halagarme o piensan que es complaciente decirlo reiteradamente como si tras un acto desinteresado se escondiese algo inaudito. Y es que, en realidad entiendo que gracias a la sociedad que nosotr@s mism@s hemos creado, no es de extrañar que resulte casi imposible que alguien haga algo más allá de tener como único objetivo la estabilidad de su ombligo como centro universal. Hasta ahí, lo entiendo.
Pero no se trata de eso, pienso. No se trata de justificar las buenas acciones de una persona en una bondad que es intrínseca a su naturaleza, como si fuese una suerte o un don con el que se ha nacido, no. Se trata de humanidad. Valor elegido, aprendido e interiorizado individualmente, por elección propia, no como milagro de Dios o de quiénquieraquesea, difícil de regar en esta sociedad a la que no me canso de describir como deshumana.
Y de aquí viene mi irritación, no es que no me haga bien que ciertas personas me halaguen con frases de ese tipo, si no que creo que es poco inteligente y muy de "lavarse las manos" como bien estamos acostumbrad@s a hacer en esta sociedad, el dejar caer la responsabilidad de que una persona cometa buenos actos, en su naturaleza. Claro, es como un "tú si puedes porque eres una persona que naciste con esa cualidad, así que hazlo tú, sé buena con el mundo, que yo paso". No, no y no.
Lejos de querer crear una teoría que trate de explicar nada sobre esto y teniendo en cuenta que pueda resultar un poco estúpido y, sólo con el único fin de paliar mi irritación, a modo de una conversación conmigo misma, plasmo estas ideas para comprender qué les pasa a ciertas personas por sus mentes, me atrevo a decir que se trata de una falta de "inteligencia emocional"; de despertar, de querer querer un poco a l@s demás con los que compartimos algo más que competencia en este mundo. De que si nos ayudamos un poco entre nosotr@s este camino merecerá mucho más la pena, sin olvidar que este camino sólo lo haremos una vez.
Puede parecer idealista, arcaico u obsoleto. Pero para mi la humanidad es una filosofía de vida.
Quién quiera reírse que ría, quién quiera aprovecharse que se aproveche, quien quiera eludir su responsabilidad, que siga pensando que es una cualidad innata. Yo, soy feliz así.
Y aún así me queda un camino enorme por aprender, aún así soy más egoísta de lo que quisiera, aún así a veces me resulta difícil no mirarme el ombligo.
Pero estoy en mitad del camino y, hasta el final, quiero estar aprendiendo a ser un poco menos deshumana.

domingo, 27 de enero de 2013

Mi manca molto*


- "¿Qué es lo que podrías enseñarle a otra persona?" -le preguntaron una vez-
- "A olvidar los malos momentos con un baño, en mitad de la noche, en el mar." -no dudo en contestar-


Y así fue como aquel día, cuando ella tuvo que marcharse, se desbordaron mis ojos en miles de recuerdos de cristal que me arrastraban a aquella noche de Septiembre en la que nos bañamos y olvidamos, en la que  forjamos un vínculo, borrachas de risas y emoción, ese que hoy me ata a una profunda añoranza gris cuando la ausencia está escrita en todas las paredes de esta casa. Ese que hace que el agua del mar, ahora, ni siquiera parezca la misma que aquella noche, ni con la que todos los días salpicamos al calendario de un tiempo inolvidable.
Te añoro!