No sé si alguna vez podré hacerte encontrar el equilibrio, tal y como yo intento encontrarlo dentro de mi asimétrica manera de ser.
Tampoco sé si podré darte la perfección, porque tampoco me importa demasiado. Quizás sea porque para mi, cada pequeño detalle, me acerca un poco más a esa sensación que muchas personas experimentan con la perfección.
Si llueve, me mojo y si no, también. Sino...cuán insípida se traduciría la vida.
Para mí, todo son colores. Incluyendo y asumiendo varios matices de gris y negro, los cuales intento aceptar a través de mis momentos de duelo.
No me asustan todas las cosas que no sé, porque llevo trazado un camino progresivo para destruir, poco a poco, la ignorancia. Soy paciente y mis deseos de aprender no acaban nunca.
Puede que no encuentres en mi la sabiduría, pero mi corazón siempre está abierto y mis sentidos son mensajeros para el alma. Tendrás un trozo de ella cada vez que lo necesites.
Tengo más defectos que virtudes. Por ello cada día es un paso para trabajar sobre ellos e ir convirtiéndolos en virtudes; nunca dejo de intentarlo, aunque resulte algo difícil.
Ni dejo de sonreír, pues siempre hay tiempo para las lágrimas, a veces demasiado.
Tal vez ande escondida en un segundo plano. Ahí estoy. Pero siempre sintiendo, escuchando, observando, si te acercas podrás ver a través de mis ojos que no hubo espacio en el que no dejara de latir.
Intento disfrutar cada instante, sabiendo que cada día es un regalo más, cada día crece en mi como un árbol que busca asentar sus raíces en todos los lugares y en ninguno.
Aquí estaré, esperando, para que cada vez que necesites de mi, hagamos de todo este tiempo, una vida...